He leído en los obituarios que ha pasado a mejor vida el ingeniero y ajedrecista, señor Rodrigo Flores, profesor de cálculo estructural , varias veces campeón de chile, y, sudamericano de ajedrez, quién representó en innumerables ocasiones a nuestro país en múltiples certámenes internacionales , además de haber enfrentado a grandes maestros como el mismísimo Bobby Fischer , Tigram Pretossian, Lasker, Kasparov, Karpov, Larsen, y, supongo a Capablanca, Spasky, y, tanto otros de la mitología ajedrecistica.
Esta nota simplemente va en carácter de homenaje y agradecimiento a este notable maestro, que era conocido y supongo amigo de otros monstruos del pensamiento dado que compartían momentos de distensión en reuniones familiares, dónde era frecuente toparse con personajes como Raúl Saéz, Samuel del Canto, René Letelier, Mario Zenteno, y,el recién galardonado con la Orden de Ingeniero 2006, Hiram Peña, entre otros que sería largo de enumerar, la mayoría de ellos ligados a la ENDESA. Estos viejos fueron los héroes de mi niñez, una especie de aventureros al estilo de old shatterhand y winnetou del lejano oeste, pero, en el ámbito de la ingeniería , el ajedrez, las matemáticas, la física, y, cuánta cosa que se puedan imaginar, escucharlos hablar en una tertulia amistosa de sobremesa, era como un ritual junto al fogón de los antepasados, allí estaba el gran oso cavernario, los jefes de todas las tribus, mencionando de paso las centrales hidroeléctricas a lo largo del país, las bases fundacionales del circuito interconectado, los puentes y obras viales, las ollas hidrográficas y los regímenes de las lluvias, y, así, un sin número de temas que mi mente infantil no lograba traducir, Sin embargo, atesoro esos recuerdos con mucho cariño, y , creo me marcaron mi preferencia vocacional, en realidad quería ser como ellos, asemejarme a esos seres humanos, que inventaron mucho antes que Tom Petters , La Búsqueda de la Excelencia, todo lo que hacían parecía mágico, marcado por la sabiduría y la perfección , pero, también recuerdo que eran estudiosos y detallistas hasta niveles que agotaban mi paciencia, no dejaban nada al azar. Tuve en suerte el poder jugar algunas partidas de ajedrez, dónde me enseñaban las aperturas con la defensa francesa, la India del rey, el gambito de dama, el mate pastor, el mate primaveral, las variantes Ruiz-Lopez, en que desplegaban sus capacidades analíticas, observando las distintas variantes, y, la visualización futura de cada una de las movidas, evaluando y sopesando el equilibrio, el dominio central, y, la posición de los peones, que me mareaban, y, posiblemente, derroché por no tener el contenedor adecuado para almacenar tanta información, que a modo de justificativo de lo injustificable, menciono que andaba por los ocho años.
Por allí en el Colegio de Ingenieros, más de alguna vez me topé con estos viejos sabios, afectuosos y admirables, porque para colmo de los colmos, eran llanos, sencillos, y, siempre se dieron la maña para detenerse en el pasillo para comentar alguna información, en que a pesar de sus años, parecían frescos, actuales, manteniendo esa actitud infantil de asombro frente a los nuevos desafíos de la ingeniería, la tecnología, y, el rol del ser humano como artífice de su propio destino.
Maestro Rodrigo Flores, ahora tienes tiempo para poner en dificultades al mismísimo Padre Celestial, no dudo que si se descuida con tanto alboroto proveniente de los hijos de la Tierra, le darás un jaque mate de antología, que dada su condición se las arreglará para quedar en tablas,
Gracias por iluminarnos con tu ejemplo de vida, adiós al maestro
enero 21, 2007
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