I
Cuando Schunk decía que era un apicultor transhumante, tenía que explicar que su trabajo consistía en viajar con un vehículo repleto de colmenas a lo largo y ancho del país, siguiendo los ciclos del raps, la alfalfa, las frutas, y las floraciones de algunos bosques abundantes en ulmos, acacias y otros árboles que le transfieren un aroma especial a la miel.
Un camión con acoplado debidamente equipado lleva alrededor de ciento cincuenta colmenas , con una población de abejas cercano a los veinte millones de individuos, que realizan las labores de polinización en los lugares de asentamientos temporales, aumentando la producción de los distintos productos en una cifra media del orden del treinta por ciento , más o menos.
La memoria permanente de las abejas tiene una extensión espacio-temporal de menos de cuarenta ocho horas, esto quiere decir que al cerrar las piqueras,
( Piquera es la puerta de una colmena, se puede tapar con una tablilla evitando la entrada y salida de las abejas ) , y se confinan durante un lapsus de tiempo como el indicado, olvidan los puntos de referencia de ubicación original. Pasado este periodo, se abren nuevamente las puertas, entonces las exploradoras salen a reconocer los lugares vecinos, y casi en forma inmediata las pecoreadoras y recolectoras, (Pecoreadoras/ recolectoras , abejas que traen polen y agua a la colmena ), se adaptan a las nuevas condiciones del entorno, asumiéndolo como su reciente hábitat. De esta forma, se puede ir trasladando gran cantidad de abejas de un lugar a otro, influyendo en la polinización de la flora, situación que en grandes plantaciones tiene un impacto significativo en los retornos.
Obviamente, Schunk era un experto en el tema, pudiendo amenizar cualquier reunión, ya fuera con especialistas homólogos u otra clase de audiencia en veladas sociales. A menudo ganó apuestas simpáticas comentando que las abejas tenían fototropismos positivos, ( fototropismo positivo, busca la luz) , y por lo tanto, al colocarlas en un vaso de vidrio trasparente, cuyo fondo apuntara hacia el sol o alguna fuente luminosa, este insecto jamás retrocede tratando de salir , y siendo tan perseverante en su empeño, que muere en el intento, sin ocurrírsele jamás volver atrás y escapar. Esta devoción y fidelidad de las abejas por la luz, la usaba Schunk en sus tertulias, a modo recreativo, mencionando como contrapartida que una mosca, cuyo vuelo obedece a leyes caóticas, encuentra la salida en forma casi inmediata. Una abeja jamás saldrá por la parte posterior abierta del vaso.
Schunk, un descendiente de suizo estaba totalmente asimilado a las costumbres del país, aunque su aspecto rubicundo, macizo, mostraba sus ancestros teutones. Poseía un carácter bonachón y agradable, que además estaba siempre dando recetas de apiterápia, con el propóleo, la jalea real, el polen, la cera, que le otorgaban un aire de médico brujo naturalista, cosa que el disfrutaba aplicando recetas caseras y ayuda a quién se lo solicitara.
Una de las cosas más exóticas que comentaba, era algo relacionado con la fijación de los recuerdos en el cerebro de una mosca, para lo cuál utilizaba una solución de Oftinol , (Mezcla orgánica de olor persistente, algo seco), como una fuente emisora de olor, y cada cinco segundos hacía pasar una corriente eléctrica por una cámara en que estructuraba un laberinto interior, de tal forma que el insecto recibía una shock eléctrico en cualquier punto dónde estuviese . Esta operación se prolongaba por un lapsus de sesenta segundos.
Poco después , aplicaba Regalín , ( Regalín, mezcla que produce un olor desagradable) , otro compuesto con un olor característico, y repetía la operación anterior, y así, procedía con diferentes emisores de olores, aplicando en forma alternada corrientes eléctricas, unas veces sí, otras veces no. Así construía una tabla de olores , que algunas producían shock, y otras no.
Casi como los espías de memoria fotográfica, mejor dicho en este caso, olorgráfica , las moscas aprendían instantáneamente a evitar aquellos olores que iban acompañados de un shock.
Schunk postulaba que un gen denominado Krew , (Uno de los genes que constituyen la serie estándar de un cromosoma), determinaba la memoria de largo plazo de las moscas, porque en ausencia de esta sustancia las moscas no podían ser entrenadas. Es decir el gen Krew actúa como un interruptor, cuando está ON, encendido, funciona la memoria de largo plazo, en cambio al estar OFF, apagado, se interrumpe el proceso de alguna manera, y la mosca, no aprende.
Audazmente, o quizás demasiado informado para el común de las personas, Schunk, expresaba que este gen está presente en la mayoría de los seres vivientes, incluyendo a los humanos, y que por tanto se podía manipular la memoria de un hombre, por ejemplo, después de una gran crisis, el Krew actúa como un supresor de memoria, bloqueando los recuerdos emocionales y traumáticos.
Jugando a un mundo de ciencia ficción, se infiere fácilmente que los humanos somos moscas gigantes, y sin consideraciones morales, podemos manipular estos procesos para tratar enfermedades hoy incurables como el alzhaimer y otras similares. Pero también se puede usar con otros fines nada humanitarios, dónde el mundo feliz, Fahrenheit, Orwell 1984, y otros visionarios de la sociología futuristas que prefiguraron sociedades terribles, parecen descripciones bastante ajustadas a la realidad potencial de estas aseveraciones.
II
Esa tarde en la fiesta de celebración del cumpleaños de su amigo, el profesor Kessmer, mientras bebían unas sidras espumantes preparadas por el dueño de casa, Roberto Sagredo un antiguo contemporáneo de colegio, le expresó su indignación porque él, ( Schunk ), le habría arrebatado a su novia, y que su insatisfacción en la vida, provenía de esa frustración.
Schunk trató en vano de explicar que su esposa lo había elegido a él, casi espontáneamente, y que nunca se le había pasado por la mente que Roberto Sagredo, hubiese estado interesado en ella. Además, habían transcurrido casi 30 años de esos sucesos, y él no recordaba ningún detalle acerca de este asunto, sin considerar que el reclamante estaba casado con Eva, una antigua compañera de la época del colegio. Sin embargo, esas copas adicionales que Roberto decía que no le afectaban, le habían bajado las barreras e inhibiciones, mostrándose bastante agresivo y procaz, expresando a viva voz, algunos improperios contra su antiguo contertulio.
Para colmo, Eva la esposa de Roberto se había disculpado con Shunk enfureciendo aun más a este, así que en un momento de arrebato se marchó sin decir nada a nadie.
La reunión de antiguos amigos continuo hasta avanzadas horas de la noche.... la Sra Kessmer cantó unos hermosos Líeds de Schubert, Francisco Rojo, improvisó unas payas en una guitarra que nadie supo como apareció, Sylvio Sivori, realizó unos trucos de magia con naipes, ... todo sin un orden demasiado estricto, y muchas veces con algún chascarro de los auditores, que aprovechaban tanto aquellos números de su agrado, como otros que no llamaban mayormente la atención, cuyo pretexto era hacer un brindis gritando , ¡ Salud ! ; solamente variaban la entonación y la gestualidad de aprobación o desagrado, siempre riéndose en un ambiente de franca camaradería.
Ilona Pruni una descendiente de rusos ucranianos, interpretó en un piano algo desafinado una danza eslava con gran sentimiento, creando una atmósfera de ensoñación y añoranzas, casi se podía respirar el aire de sus tierras, y esa fuerza de la patria lejana, pérdida para siempre, pero que atávicamente se extraña, con ese sensor interno, que intuitivamente señala que allí están las raíces de los ancestros....
III
La mente de Roberto giraba como un torbellino, las sienes le palpitaban, la respiración agitada, y las ideas embotadas,... en el fondo de su ser,.. sentía que la frustración le invadía. Además, se preguntaba.
¿ Por qué sus amigos encontraban tan simpático y disfrutaban de la compañía de ese Schunk ? , que a él, le parecía abiertamente repulsivo. Todos estos años de aparente amistad , en que siendo vecinos parecía un ritual obligado el juntarse semana a semana, en que a él y otros invitados les gustaba beberse esos tragos que el Suizo preparaba, pero que apenas probaba. Qué desperdicio, qué pérdida... ¡ Carajo !...
Fue a la alacena , tomó un vaso y sacó una botella de Vodka , después de destapar lentamente la tapa, escanció en forma brusca el líquido, salpicando alrededor de la cubierta del aparador dónde se encontraba. Levantó el brazo , miró brevemente a través del vidrio, y se zampó con decisión el contenido, engullendo sin respirar el líquido elemento. Ahhh!... me vengaré de ese imbécil, y salió trastabillando de la habitación,.....
En primer lugar soy un excelente cazador , y por lo tanto podría dispararle a ese gringo, pero sería demasiado obvio, un tiro de mi escopeta sería como un aviso luminoso, la gente sabría que fui yo, además todos me odian, y me acusarían de todas maneras,... Aaargg! ... tengo la garganta seca,.. necesito otro trago. Se encamino nuevamente a la alacena, pero esta vez cogió directamente la botella, y se la empinó profusamente, bebiendo a grandes tragos, ininterrumpidamente,... volvió a la sala y se sentó despatarrado en un sillón. Sagredo, usualmente no era así, él llevaba una vida aparentemente normal, pero, en esta ocasión, algo había gatillado, un resentimiento que él mismo, no acababa de comprender...
¿ Como puedo hacerle daño a ese tipo?... Tampoco es buena idea clavarle un cuchillo,... me gustaría envenenarlo para que sufriera,...
Ahh! , me parece verlo retorciéndose, me agrada esa idea, después de todo, son años que llevo con esta repulsa,..así que, que muera lentamente.. que compense mis años de hacerme a un lado, de escuchar su estúpida voz hablando sobre la vocación de las abejas por la luz, y el misterio de la miel en la obscuridad, esas idioteces de la dualidad luz y sombra, del individuo y la inteligencia colectiva, ...que las organizaciones modernas quieren asimilar la forma de trabajo grupal, que están aplicando técnicas que esos bichos inventaron hace tiempo,.... Qué mierda ! ¡ qué se cree ese filosofo naturista!... No me vengan a enseñar tonteras de gurus de turno, que diseñan caza-bobos para altos ejecutivos y gente aburrida que no sabe que hacer con sus vidas,....
IV
La noche avanzó , la fiesta tomaba nuevos derroteros, comenzaron las remembranzas de cuando eran jóvenes, salieron algunos chistes como intermezzo, mientras algunos se sentaban como resignados a escuchar, pero , nadie quería retirarse. En el exterior, llovía suave pero persistentemente, la temperatura seguía descendiendo. A cambio, las salas interiores estaban muy confortables, y el hogar humeante de la chimenea en el salón principal, daban una tibieza y aroma invitador , así , una copita como bajativo, y el calorcito humano, promovían el acurrucarse, y no romper el momento, porque a las primeras señales de abandono de alguien, siempre se producía un proceso de inducción contagiosa y a los pocos minutos, todos se marchaban.
En ese momento, Schunk pensó que era un buen momento para retirarse discretamente, pero percatándose que Juan Enrique, un viejo condiscípulo universitario, aficionado a las matemáticas y la literatura, que miraba por los visillos de la ventana hacia el exterior, estaba en mangas de camisas, ... acercándose le preguntó.. ¿ Qué pasa que estás tan destapado ? ... Ya quisiera marcharme , estoy algo cansado, pero estoy aguardando que amaine un poco la lluvia ,... tu sabes ,.. me vine sin nada encima,...contestó este, No te preocupes, dijo Shunk, dirigiéndose al recibidor, .. a los pocos segundos traía en sus manos una capota de color naranja, de esas con capucha y sin mangas, interpelando a su amigo, le dijo.. ¡ toma, colócate esto, que yo vivo prácticamente al lado, y me iré en cualquier momento también!, otro día me la traes...
Juan Enrique se embuchó la prenda , riéndose por lo divertido que se veía, se ajustó una amarra que sujetaba la capucha , y despidiéndose en voz baja, salió discretamente por una puerta de la cocina , que daba hacia el patio de atrás de la casa . Mientras tanto, el barullo y baraúnda de la tertulia al interior continuaban sin menguar, alguien ofrecía un consomé reponedor riendo a carcajadas, la música de fondo era suave y melodiosa....
La obscuridad era casi absoluta, la llovizna seguía sin parar, envolviendo a Juan Enrique, éste se ajustó la capucha como sumergiéndose en las pocas ropas que llevaba puestas bajo la cubierta, un escalofrío le pasó por la columna vertebral. Apuró el paso, dirigiéndose hacia las luces del camino exterior que estaban a unos ciento cincuenta metros, sirviéndole como guía orientadora.
Caminaba por un sendero angosto hecho de piedras, en que el suelo a ambos lados parecía tener pasto o malezas, en realidad no se veía nada, el ruido de los pasos ,...Splash...splash...splash.. le indicó que había bastante agua en el piso ,.. Se sonrió para sus adentras, disfrutando del sonido de su propio andar...
De pronto sintió una masa que como un rayo le caía encima, su cuello estaba aprisionado con algo que le ahogaba , trató de gritar pero sólo escuchó el ahogado silencio de su voz interior, la mente nublada por los tragos, no le permitieron darse cuenta de lo que estaba pasando, trató de safarse de algo, sin saber qué, las fuerzas le abandonaban..., no podía respirar, ...por un instante, un atisbo de conciencia le hizo intuir que estaba muriendo.... Sin exhalar ni siquiera un suspiro, quedó inerte en el suelo....
V
A la mañana siguiente, alguien encontró el cadáver amarrado con un alambre a un poste, esos mismos que se usan para captura conejos, en jerga popular estas trampas se conocen como guaches. En el primer momento creyeron que Schunk estaba muerto, porque la capucha era como un semáforo que caracterizaba al suizo en la zona, sin embargo, al descubrir el cuerpo la policía se percató que era otra persona.
Las indagaciones policiales señalaron que probablemente, Juan Enrique, había tropezado y caído por casualidad en una de esas trampas, el grado alcohólico que indicaba el informe del forense , le habían impedido reaccionar adecuadamente, forcejeando torpemente. El cable acerado penetró hasta el hueso cervical, prácticamente cortando limpiamente el cuello del sujeto,.. los pulmones reventaron llenos de sangre, y la lengua quedó atrapada e inserta en el interior de la garganta, contrariamente a los ahogados que mueren por asfixia, cuya lengua explosa hacia el exterior , a modo de una gran corbata.
No hubo más investigaciones ni procedimientos posteriores, el caso quedó archivado como muerte accidental, una más de esas estúpidas muertes como consecuencia del alcohol con gente rara , que se junta a beber sin ton ni son.
Todos los asistentes a la fiesta de la noche anterior estaban consternados, se dispuso realizar una gran misa solemne, y la gran mayoría coincidió en acompañar al féretro hasta su última morada. Juan Enrique era un personaje muy estimado, alguien con una impronta afectuosa y algo deschavetado, bastante informal, franco y cordial, se podía conversar horas y horas acerca de casi cualquier tema con él, sin ser un erudito, siempre mostraba ideas originales y poco convencionales.
Las exequias en el cementerio estuvieron llenas de discursos y palabras elogiosas para Juan Enrique, que por lo demás no podía ser de otra manera, siempre los difuntos ganan una posición de bienhechores y de bondad que en la gran mayoría de las veces , jamás tuvieron en vida, pero en este específico caso, la fantasía post mortem coincidía en gran medida con la personalidad real del muerto.
Durante la ceremonia religiosa, Schunk cuyo pensamiento filosófico era del tipo panteísta, se dedicaba a mirar juguetónamente las luces que refractaban de los vitrales del templo. De pronto observó que en la descomposición de los rayos, la zona de mayor luminosidad daba justo sobre unas buchacas de reclinatorios, produciendo un efecto sobre el aura de las personas que allí se encontraban. Casualmente, cruzó la mirada con Roberto Sagredo, quién le miraba algo inquieto con ojos huidizos.. A su lado su esposa Eva, estaba reclinada en una actitud interiorista con la cabeza entre sus manos... En ese momento, Schunk sintió esa premonición ,... la plena conciencia,... que en realidad ... el muerto debía ser él,.. la capucha naranja, la obscuridad, la lluvia , un aparente error casual, ... algo en su secreta intimidad se agitó,...
VI
La vida retomó su curso, aunque ahora no se hacían tertulias, ni reuniones, los amigos y conocidos mantenían un discreto silencio, porque nadie se atrevía a mencionar que algo parecía no estar en su lugar. Como si la muerte de Juan Enrique se hubiese llevado el ánimo, y brillo de esas tertulias...
Pasaron algunos meses, y los periódicos anunciaron la muerte del señor Roberto Sagredo, quién había sido misteriosamente atacado por un enjambre de abejas. Sí, había salido con su esposa fuera de la ciudad para tratarse de una depresión que le aquejaba desde hacía bastante tiempo. Curiosamente, las asesinas lo habían picado solamente a él, Eva su esposa, no recibió tan siquiera una picadura, y no pudo ayudarlo, porque Roberto Sagredo corría de un lado a otro , desesperadamente, como un loco, pero a dónde quiera que fuera, las abejas lo seguían y lo picaron hasta matarlo. (Las abejas al picar producen una hormona llamada feromóna que incita a las otras a picar en el mismo punto )
Nadie supo explicar que pasó , la viuda no recordaba prácticamente nada del incidente, parecía sufrir de una misteriosa amnesia respecto del asunto,.... uno de los policías que levantó el cadáver mencionó que el muerto tenía un extraño olor a flores...
En el momento de los sucesos, Schunk, daba una conferencia en la Universidad Central, distante a unos 150 kilómetros del lugar en que habían ocurrido los hechos..
octubre 01, 2005
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1 comentario:
Miguel Angel
Que cuento! Preciosa introducción, quien fuera un apicultor transhumante y se viviera la vida siguiendo los ciclos del raps y de la alfalfa...
Mientras leía tu cuento, pensé que yo tengo de abeja y tengo de mosca. De abeja, el fototropismo positivo (fijación candorosa por la luz, en mi caso) y de mosca, esto del vuelo caótico. En fin, que se le va a hacer.
Se las traía el suizo!
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